El nombre de Hontoria es una adaptación de las palabras latinas FONS y AUREA (Fuente de Oro), un elogio merecido a la fuente generosa, cuyos rumores alegran el caserío. El apellido, VALDEARADOS (Valle de los Arados), también latino, se hizo pronto necesario por la frecuencia con la que durante la Reconquista y posterior Repoblación se usaba tan hermoso nombre. El amplio espacio de tierras existente entre los ríos Arlanza y Duero fue recuperado por Castilla a partir del año 912, cuando los tres Condes de Castilla: Gonzalo de Burgos , Tello de Cerezo y Nuño de Castrojeriz , culminaron con éxito la marcha militar por ellos organizada, que colocó los extremos defensivos contra los árabes invasores en Osma, San Esteban de Gormaz, Roa y Haza.
A continuación, gentes venidas del amplio espacio del norte peninsular, desde Galicia a Francia, y de la Castilla más vieja, vinieron a ocupar este gran espacio vacío y abandonado durante doscientos años. Se organiza el Alfoz de Clunia y se fundan la mayoría de los pueblos hoy existentes y otros muchos que han desaparecido. Así, pequeños grupos de familias que se organizaron en pequeños concejos, ocuparon tierras y se erigieron, como hombres libres, en propietarios de su aldea y en administradores democráticos de la misma.
El siglo X fue de continuo sobresalto con nombres de tan amargo recuerdo como los de Abderramán III o de Almanzor , cuyas campañas en este sector del Duero fueron aterradoras. Pero los hijos y nietos de los que aquí se instalaron supieron resistir y a principios del siglo XI, la frontera bélica estaba ya al otro lado del sistema orográfico central, en la cuenca del Tajo. Curiosamente, donde leemos el nombre de Hontoria por vez primera es en el monasterio de San Juan de la Peña, situado en el Alto Aragón, en pergamino fechado en 7 de Julio de 1029.
Pero, ¿cómo es posible esta primera mención en un lugar tan alejado de la vida ribereña, fuera del ámbito castellano? La historia lo explica con sencillez: en 1029, gobernaba Castilla como Conde consorte, Don Sancho III , rey de Navarra, casado con Doña Mayor , propietaria de Castilla.
Don Sancho gobernó en casi toda la España cristiana, mezclando los intereses de toda ella. La nobleza Navarra y de los condados más al Este, como Aragón, Sobrarbe y Ribagorza trató, negoció y convivió con la castellano-leonesa como lo que en realidad era, un mismo pueblo. Por eso, un notable navarro pudo dictar en San Juan de la Peña un documento de donación de bienes situados en la Castilla del Alto Duero. El documento es claro: en el alfoz de Clunia, en la orilla del río de los Arauzos, entrego la villa de Fuentedorada (Hontoria). En el Libro de las Behetrías de Castilla podemos leer la ficha de nuestra villa, que tenía el derecho de la Benefactoría, es decir, tenía el derecho de elegir entre los más cualificados señores del reino a una especie de protector que defendiera el vecindario a cambio de alguna prestación o contribución material. Un dato curioso es que, de la misma forma que era elegido, podía ser destituido, incluso el mismo día, si las cosas no empezaban bien. En Hontoria cumplían este papel 3 diviseros y uno de ellos, en este caso D. Ramiro Flórez , era el Benefactor.
Los vecinos del Concejo disfrutaban de una buena posición ante la Hacienda del Rey y sólo pagaban la martiniega, así llamada por abonarse en el día de San Martín (11 de Noviembre). Los tributos de fonsadera, yantares, servicios y monedas no se pagaban en Hontoria de Valdearados y D. Ramiro Flórez recibía asimismo el llamado impuesto de infurción (impuesto de solares) que tenía su escalilla: el vecino que disponía de un par de bueyes pagada 3 maravedíes; el que sólo tenía un buey pagaba 15 dineros (un maravedí y medio) y el que carecía de animales sólo pagaba 1 maravedí. Los otros dos diviseros cobraban al año 6 maravedíes. A través de un documento sellado el 1 de Enero de 1944, por el que Laín González dona sus bienes, ubicados una parte en Hontoria de Valdearados , a los monasterios de Arlanza y Vallegimeno, volvemos a escuchar el nombre de la villa. Cuatro años después, el 1 de Julio de 1048, el rey Fernando I aneja a Arlanza el monasterio de Santa María de Retortillo y sus dependencias, entre las cuales cita el monasterio de San Isidoro de Hontoria. No cabe duda que es un documento interesante y revelador, que nos indica la existencia de un monasterio dedicado a San Isidoro de Sevilla, Doctor de la Iglesia, el escritor más admirado, más leído y más plagiado, gran defensor del catolicismo frente al arrianismo. Curioso y satisfactorio sería para Hontoria de Valdearados y su comarca, el poder averiguar la influencia que ejercieron sus monjes en las mentes y corazones de sus antepasados, en aquellos siglos medievales de lucha permanente contra los invasores de la España visigoda. Con fecha 10 de Mayo de 1062, otro documento nos dice que María Fortuniz da a Arlanza su haber y derechos señoriales en varios pueblos, comprendidos entre el río Arlanzón y el Duero, y entre ellos nombra a Hontoria.
Al finalizar el siglo XI, en 1091, otro documento nos manifiesta ya la prosperidad y progreso a que había llegado la villa de Hontoria , con sus palacios que son cedidos al monasterio de Arlanza por María Peláez , con el fin de recibir sepultura allí. Al Este de Hontoria , en los lejanos tiempos de la Reconquista nació otro doblamiento, quizá otros dos, llamados Quintanilla y Recuerda o Ricuerda. De la existencia de esta segunda, no tenemos más argumento que la mención geográfica, pero de Quintanilla sí. Ésta aparece en el mencionado Libro de las Behetrías y de ella se nos dice escuetamente: Este lugar es del Abad de Santa María de la Vid y nadie habita allí, salvo dos hombres que son yugueros del dicho Abad. En efecto, Quintanilla cayó en el dominio de la gran abadía premostrense de la Vid y estos monjes blancos la administraron hasta la exclaustración del 1835. Tras la desamortización de Mendizábal, este coto, formado por los despoblados de Quintanilla La Yerma, Puente Camino, Santa Olalla y Recuerda, se vendió y su nuevo dueño construyó, a partir de 1871, el nuevo poblado que se conoce como Quintanilla de Ricuerda.
Al constituirse el poblado, la única iglesia de la que disponían en su contorno era la ermita de Quintanilla, a la cual se acogieron, llamándola por su propio nombre: Santa María de Quintanilla. Este coto dependía de la jurisdicción eclesiástica de Arauzo de Torre y civil de la villa de Hontoria de Valdearados , tal y como consta en el libro de difuntos de Arauzo de Torre, en cuyo cementerio se enterraban a los vecinos de Quintanilla de Ricuerda. La ermita de Quintanilla comenzó su declive en el año 1871. Ya no disponía de los diezmos, sus tierras habían sido subastadas y al no disponer de economía, su ruina era evidente, lo que obligó a trasladar todos los bienes de su interior. Pero la ermita nunca quedó abandonada, sino que continuó siendo patrimonio de los vecinos de Arauzo de Torre, que se encargaron de su conservación desde tiempo inmemorial hasta que se trasladó la imagen de la Virgen de Quintanilla, a finales del siglo XIX, a la iglesia de San Pedro, en Arauzo de Torre, donde se conserva. Muchas han sido las veces que hemos oído decir a nuestros mayores que, en una ocasión, los vecinos del coto fueron a sacar piedra de la ermita para hacer un cortijo y salieron llamas, motivo por el cual nadie se atreve a excavar desde entonces. Sólo queda en sus ruinas el sepulcro de un caballero en su ábside y una piedra con el anagrama de la cruz de la orden de Santiago cubierta de tierra. En la actualidad, la iglesia del coto ha quedado convertida en ermita de Cristo Rey, cuya imagen preside el altar mayor en estilo sencillo. Se encuentra en la nave de la izquierda la Virgen del Carmen y en la de la derecha, San José y el Niño. El altar está adornado por las imágenes de San Roque, la Virgen María y San Antón.
En una peana aparece la imagen de San Isidro Labrador y dos crucifijos de extraordinario mérito, uno de ellos con los pies juntos descansando sobre una planta y otro con los pies cruzados. En su sacristía existe un cuadro de consagración a la Divina Pastora y otra trata de un Diploma de Celadora del Sagrado Corazón de Jesús. La pila bautismal, que se encontraba abandonada junto a las ruinas de lo que hoy queda de la ermita, fue restaurada por D. Luis Sanz , uno de los propietarios del coto, y hoy se encuentra instalada en la ermita de Cristo Rey, en el coto de Hontoria de Valdearados . Hasta el año 1896, la ermita fue propiedad de la jurisdicción eclesiástica y espiritual de la parroquia de Arauzo de Torre, pero se estableció que en adelante pasase a la jurisdicción de Hontoria , atendiendo fundamentalmente a la mayor facilidad de los servicios espirituales por razón de las distancias. En la Edad Moderna, en los censos del siglo XVI, Hontoria de Valdearados aparece como Villa por sí exenta de jurisdicciones señoriales. Pero, en el siglo XVIII encontramos a Hontoria inmersa en el señorío de los Condes de Miranda y Duques de Peñaranda, la poderosísima familia que hizo de Peñaranda la capital de sus estados. Del siglo XVIII tenemos un conocimiento profundo, debido al famoso catastro, ordenado por el Marqués de la Ensenada y realizado en Hontoria en 1752 y en el que se detalla perfectamente todo lo relativo y perteneciente al municipio en aquel momento.
Desgraciadamente, a principios del siglo XIX vinieron Napoleón y sus franceses que tan triste huella dejaron. Pero es interesante recordar que dentro de la jurisdicción de Hontoria , se desarrollaron importantes combates y escaramuzas en los años de la Invasión Francesa, culminados con éxito por el célebre guerrillero. El Cura Merino La Virgen de la Serna hizo un milagro, que mató a los franceses en Valdecuadro. La Virgen de la Serna es milagrosa, que mató a los franceses en la Pinosa. Así cantan los hontorianos, todavía hoy, en recuerdo de un hecho bélico que los historiadores recogen al hablar del Cura Merino y sus refriegas contra las tropas de Napoleón . El suceso ocurrió el 16 de Abril de 1812 y, por aquello de la divergencia de criterios, el Cura Merino atribuyó la victoria a una intervención del alma triunfante de los miembros de la Junta Nacional de Defensa, que habían sido ajusticiados anteriormente por los franceses. El término donde ocurrió el enfrentamiento entre las tropas francesas y las del Cura Merino se llama Valdecuadro y la Pinosa, porque es una pinada de la que sobresale un peño, que llaman el peñuco, y que resulta un buen observatorio para ver quién se acerca al pueblo mientras que las tropas quedaban resguardadas por la pinada. Por este motivo, se llama la emboscada del Valdecuadro, en la que el Cura Merino derrotó totalmente a las tropas de Napoleón , que venían de la parte de Aranda. El resultado fueron 63 muertos, 97 heridos y más de 500 prisioneros franceses. Además, el Cura Merino , en represalia por el ajusticiamiento en Soria de los miembros de la Junta Nacional, ordenó pasar por las armas veinte soldados franceses por cada vocal de la Junta ajusticiado y diez por cada soldado guerrillero, que poco antes habían ejecutado en Aranda y otro número igual para vengar la muerte del cura de Hontoria , que también pereció en la refriega.
Este sería un retrato apresurado de la historia de Hontoria de Valdearados , la milenaria. Sin embargo, para captar algo de esa página que el tiempo deja en los pueblos, algún destello de su antiguo esplendor o una pequeña muestra de su antigua grandeza, es preciso caminar sosegadamente por sus calles y perderse sin miedo en ellas.