El nombre, SERNA, de origen latino, nos habla de campos sembrados..., que, como manto abierto, se extienden por el amplio valle.
Consta que en el año 1.610, el Visitador del Obispo advierte al párroco y feligreses que la ermita está mal reparada y aderezada. Acogida con atención esta queja, y aplicando el remedio, sabemos que en tres sucesivas Visitas Patronales pudo comprobar personalmente el Obispo que estaba “bien reparada y con suficiente decencia y aseo”.
Ese fue el edificio anterior al actual, que tendría una amplitud más reducida y de más pobre construcción.
Llegamos al año 1.775, siglo XVIII, fecundo en construcciones de templos, y se edifica la ermita de hoy, de piedra semilabrada y planta rectangular, que posteriormente se alarga en su cabecera de la sacristía.
La última reparación importante del edificio se hizo en el año 1.995 con la renovación completa de la techumbre.
La devoción del pueblo a su Virgen ha calado muy hondo, y se manifiesta, ya en frecuentes visitas de sus devotos, ya también en cuantos problemas y necesidades tengan un carácter público. Así ocurrió en el año 1812, cuando la guerra de la Independencia tuvo aquí un efecto trágico en la persona del párroco Don Domingo Merino; que fue muerto entre las bayonetas francesas el día 16 de abril de este año. Y los hontorianos agradecieron a su Virgen la protección recibida frente al ejército invasor, que fue derrotado en el cercano paraje de “La Pinosa”.
La fiesta anual como cita obligada, se celebra en la ermita el día 8 de septiembre.
A ti, Virgen de la Serna,
Me ofrecí cuando era niño;
Hoy, tras ya largo camino
Te renuevo aquélla ofrenda.
Siempre tú serás mi Madre;
No temeré ya el peligro,
Pues sé que estando contigo
Tengo seguro salvarme.
Protege al pueblo de Hontoria;
A los grandes y a los chicos.
Mira que son tus hijos,
Y llévanos a la gloria.