Sabemos por los libros parroquiales que hubo aquí, en el año 1610 una ermita dedicada a San Sebastián. Este edificio se mantuvo en pie hasta 1765. En esta fecha se construye el templo actual; y dando cabida a devociones nuevas, se pone por titular a San Antonio de Padua, quedando reservada a San Sebastián una capilla de la iglesia parroquial.
Con hondo cariño se cuida este templo del “santo de todo el mundo”, San Antonio, el humilde fraile franciscano, que nace en Lisboa y muere en Padua; y en 1993 se lleva a cabo la última reparación en mejora del tejado.
Este Santo ha cautivado el corazón de los hontorianos. De ello dan fe los exvotos que en otro tiempo colgaban de las paredes de la ermita.
Fue siempre piadosa costumbre, que debe conservarse, venir en forma privada a rezar los TRECE MARTES de San Antonio anteriores a su fiesta (13 de Junio).
A su ermita se acercaban a pedirle buena suerte quienes viajaban al mercado de Aranda a vender crías de cerdos, y, en gratitud al Santo, depositaban al regreso una limosna en el cepillo de la ermita.
Y qué mejor refugio para protegerse de la lluvia en el trabajo del campo que la sombra de la ermita; por ello construyeron un cobertizo adosado a la pared del saliente.
Sois de Jesús tan amado
Que a solas con Él jugáis
Haciéndoos, porque le amáis,
Su profeta regalado,
Su celador estimado,
Y luz de los confesores.
Y pues aquéstos favores
Dan de quien sois testimonio;
Humilde y glorioso Antonio,
Rogad por los pecadores. (Gozos del Santo)